martes, 30 de agosto de 2011


Ante el proceso de movilización estudiantil y ciudadana

Amerindia, agosto 2011

El proceso de movilización por los cambios en la educación y en toda la vida social de nuestro país responde a un sostenido anhelo de una mayoría ciudadana por contar con una constitución libre, legítima y democrática y nuevo orden político, económico, social y cultural. Anhelo que ha sido postergado por los intereses egoístas e inhumanos de unos pocos que han estado en el gobierno por más de treinta años, quienes de forma ilegítima nos han hecho creer que la esclavitud al imperio del mercado es signo de vida. Cansados de pagar las consecuencias de este orden opresivo, crecientes sectores populares han ido poniéndose de pie, con reflexión clara y fuerte voluntad de cambio, afrontando las amenazas y la violencia del sistema, para llegar a este momento.

La inequívoca revolución que estamos viviendo como país es fruto y expresión de una sostenida protesta social, la que se dejó ver con fuerza y masividad inéditas a contar de finales del año pasado, cuando el pueblo magallánico se movilizó para revertir el alza del gas. Avanzado el 2011, es el pueblo mapuche quien remeció al movimiento social con una huelga de hambre por más de ochenta días, demandando la no aplicación de la ley antiterrorista, el fin al doble procesamiento y el rechazo a la militarización de sus comunidades, en la justa demanda por la recuperación de sus tierras, su cosmovisión, su lengua, ritos y costumbres. A fines de mayo, la masividad de la protesta social se volcó en las calles de todas las ciudades de Chile, en defensa de la Patagonia y en contra del controvertido proyecto HidroAysén, el que a pesar del alto repudio ciudadano, el estado siguió aprobando, haciendo “oídos sordos” al despertar de la conciencia ciudadana.

Por último, todo este caudal se multiplicó con el grito de justicia en demanda de una educción pública, gratuita y de calidad que lanza el movimiento estudiantil en los últimos 3 meses. Secundarios y universitarios, con una convicción clara de sus derechos ciudadanos, han sido capaces de cuestionar ampliamente los modelos educativos imperantes, centrados en el lucro, abriendo la posibilidad de un gran cambio social, que ponga fin a la discriminación y segregación del sistema mercantil que rige en la educación y exigiendo los cambios institucionales y estructurales que son necesarios para abrir paso a la construcción de una sociedad más justa.

Esta continuada y cada vez más amplia movilización social que está sacudiendo actualmente a nuestro país es la expresión de un nuevo y diverso sujeto histórico, un movimiento popular que critica y pone en jaque a todos los actores del poder político, empresarial y mediático, y avanza ha incidir resueltamente en el futuro del país y sale a la calle sin miedo, para caminar y abrirse paso hacia una verdadera democracia.

Como cristianas y cristianos, frente a esta situación, sabiendo que en ocasiones y momentos de la historia, la Iglesia ha hecho aportes para que el reino del buen vivir y la justicia germine en nuestro Chile, pero también otras tantas veces ha dado señales de muerte, lucrando con la educación y guardando nefasto silencio u omisión frente a este sistema, como Amerindia sentimos la necesidad de anunciar y denunciar:

Anunciamos la esperanza que está dando el movimiento estudiantil a amplios sectores ciudadanos, haciéndonos despertar del letargo en el que estábamos como país. Se manifiesta pues como un “aire fresco”, una juventud con memoria integral que recoge las demandas por el cambio profundo de un Chile que fue gestado en dictadura y mantenido con amarras institucionales hasta el presente.

Anunciamos “el nuevo sujeto histórico que se construye hoy”. Hombres y mujeres capaces de irrumpir en contra de un sistema corrupto y desigualitario, dando primacía a la verdad y la justicia. Líderes jóvenes con capacidad de organización y trabajo colectivo donde convergen desde la diversidad.

Anunciamos que estas movilizaciones dan cuenta de la apuesta de lo que anhelamos como seres humanos y como sociedad: un buen vivir para todas y todos.

Anunciamos con gozo estar viviendo una Buena Noticia para Chile que emerge desde los Nadie, los Nunca y Los de Siempre: el pueblo vivo.

Denunciamos a los medios de comunicación que no sólo distorsionan en sus imágenes la movilización estudiantil, sino que también paralelamente invisibilizan otras realidades importantes, como son la lucha en contra de la aprobación de la minera de carbón en Isla Riesco y los brutales allanamientos a las comunidades indígenas de Ercilla y Temucuicui.

Denunciamos el testimonio escandaloso e inmoral de algunos cristianos ricos que se esconden tras su participación en la misa dominical o en el mal uso de la Palabra de Dios; distorsionándola públicamente, para validar prácticas claramente anti evangélicas. Enriqueciéndose y saqueando nuestro país, haciendo de nuestros compatriotas y tierra, pobres en extremo.

Denunciamos el sistema de dominación corrupto que ha transformado la legítima lucha de los estudiantes y del pueblo en delincuencia, terrorismo y lumpen.

Denunciamos la maléfica dinámica de desigualdad que se esconde en los contratos temporales, la precariedad de empleos y la inestabilidad de futuro que siembra este modelo capitalista neoliberal instalado en nuestra tierra.

Denunciamos la contumaz y soberbia actitud de nuestros dirigentes del estado de Chile actores principales del sistema mercantil, quienes no permiten al pueblo vivir en paz, fruto de la justicia y la caridad.

Por último decimos que “Estamos yendo”:

Estamos yendo a vivir la Vida en Abundancia para todos, no para unos pocos.

Estamos yendo a vivir de pie como personas y hermanos y no como esclavos.

Estamos yendo a vivir bendecidos y no maldecidos.

Estamos yendo a vivir con voz fuerte y palabra clara y no amedrentados, ni silenciados.

Estamos yendo a otro Chile posible, con futuro y no a un Chile mutilado y sin horizonte.

Estamos yendo a una tierra chilena donde reinará la paz y la justicia.

Estamos yendo a recuperar el mensaje y praxis original de Jesús, estamos yendo al evangelio de la transformación social que nos hace hombres y mujeres felices y libres.

Santiago, 28 de agosto de 2011

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