domingo, 11 de abril de 2010

Cataclismo político también


En Pinto, al sur de Chillán, un poblado pequeñito como los hay muchos, siguen con parte de su infraestructura en el suelo. La ayuda es algo que ven de tanto en tanto por la tele, dirigida hacia lugares en los que siguen unos pocos periodistas informando menos minutos diarios en los noticieros nacionales. Las consultas médicas se han multiplicado al punto que si ya no nos gustaba que un médico atendiera hasta cinco pacientes por hora, luego del terremoto llegan incluso a diez. La calidad de la atención ha pasado inevitablemente a un segundo lugar y lo que importa es que el médico alcance para todos sin importar la calidad de esa atención. Desde todas las perspectivas estos días son infinitamente regresivos.Si en Haití el terremoto ha supuesto un retroceso de una década en la calidad de vida de sus habitantes, aún no sabemos como va eso en nuestro país, pero claramente sus efectos más lamentables suponen un estancamiento o un retroceso para demasiadas familias, de las cuales dos tercios no verán ayuda estatal para sus viviendas según se ha informado desde el Ministerio de Vivienda.¿Qué pasó con ese arsenal de indicadores que situaban a este país en el liderazgo de Latinoamérica?, ¿que pasó con esos recursos multimillonarios ahorrados en el extranjero gracias al precio del cobre?, ¿O es que eramos solo el vecino del barrio que le gusta demostrar lo que en verdad no tiene?. Hoy nos parece tan infinitamente lejana la torpe declaración de un canciller de apellido Fernández que horas después de iniciada la catástrofe señalaba tan campante a la prensa que el país no necesitaba ayuda internacional, que cuando estuviera claro el diagnóstico de las necesidades ahí si. El diagnóstico final y oficial adolece de múltiples deficiencias y limitaciones y la mirada para la ayuda se orienta por la pauta informativa de los canales de televisión, así, la ayuda llega ahí donde el resto del país vea que está llegando. Ahí donde hay cámara.La lástima, como brújula moral, es parte del instrumental con el que se mueve el gobierno. El gobierno y una parte muy importante del tejido institucional que se ha activado en torno a las víctimas de la catástrofe. Pero suponer que se trata solo de eso y que detrás de las malas decisiones hay solo errores menores cuyo origen es la falta de experiencia en cuestiones de gobierno es creerles demasiado, es de una inocencia política impresentable. El recorte presupuestario de un 25% al Fondo Nacional de Desarrollo Regional traslada los efectos de la tragedia al resto del país. El fantasioso “compromiso” del gobierno para elevar la tributación de las grandes empresas de manera “moderada” disimulará el hecho de que las cifras gruesas de la reconstrucción se tomen desde el endeudamiento externo y la venta de patrimonio fiscal, es decir, no son otra cosa que una variada alternativa de “productos” políticos respecto de los cuales existe hoy una alarmante sequía de voces antagónicas. Acá la hegemonía en la conducción política del Estado, la oposición que no termina de perfilarse pero que ya sabemos tiene un enorme y delicado tejado de vidrio, o el monopolio informativo conservador son parte del cerco insalvable que no nos deja ver con toda la nitidez que quisiéramos que los dueños de las inmobiliarias que construyeron esos edificios que se cayeron o que quedaron inhabitables son hoy además autoridades de gobierno. El problema es que no son tantos los que están creando hoy condiciones de avanzada desde los sectores populares. El nuevo consenso progresista desde el cual se busca dibujar la nueva oposición permitirá reformatear el ciclo político que se ha puesto en marcha, pero dificilmente podrá, pese a ese leve tono rojizo que adquirió el parlamento, ofrecerle a nuestro pueblo un proyecto transformador que vaya más allá de la pura cuestión valórica o de la pugna entre liberales-progresistas y conservadores.El desafío es mayúsculo desde toda perspectiva, pero una generación de organizaciones estudiantiles y poblacionales apuesta, crece y se consolida: el proyecto Solución Nuevo Chile y el proceso constituyente del Partido Igualdad como instrumento de los movimientos sociales en lucha son apenas un algo que se mueve por abajo cuando hay muchos -demasiados- jugando sus cartas por arriba, olvidando de paso que la Democracia sin pueblo es antipopular por excelencia.

Carlos Soto
militante del partido Igualdad

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