domingo, 27 de junio de 2010

Biodiversidad en Peligro



VALPARAÍSO, CHILE.- Las ballenas azules que habitan en los canales del sur de Chile se encuentran en peligro, pues la acuícola Tripanko cuenta con un megaproyecto para instalar una planta al sur de la Isla Grande de Chiloé, en el golfo Corcovado.
En ese lugar se encuentra la colonia de ballenas azules más grande del Pacífico sudamericano y justo enfrente se localiza una de las zonas privilegiadas de avistamiento de esos cetáceos: el parque Tantauco, propiedad del presidente Sebastián Piñera y cuya extensión es de 118 mil hectáreas.
El proyecto se encuentra rodeado por el silencio. Hasta ahora, ningún medio de comunicación ha informado en qué consiste ni las consecuencias que podría tener en el ámbito ecológico.
La producción inicial de Tripanko alcanzaría las 200 mil toneladas de salmones distribuidos en seis Centros de Engorda de Salmónidos (CES). En caso de concretarse el proyecto, se utilizarán 2 mil 600 toneladas de cobre para la construcción de balsas-jaula que se introducirán en el medio acuático. Además de sus reconocidas propiedades biocidas, este mineral tiene cualidades antiadherentes que impedirán que algas y organismos se incrusten en las estructuras.
Desde hace una década instituciones conservacionistas como el Centro Ballena Azul comenzaron a estudiar los avistamientos de ballenas azules. Por ello, la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama), el propio centro y el empresario Sebastián Piñera iniciaron los trámites para convertir el golfo Corcovado en un Área Marina Costera Protegida (AMCP) con el fin de resguardar a los cetáceos y hacer realizar proyectos de índole turística para su avistamiento.
Cuando anunció estas acciones, Piñera declaró a la revista Salmo Actualidad en mayo de 2005: “Estamos dispuestos a colaborar en esta iniciativa, en esta industria sin chimeneas, que generará riqueza, oportunidades, empleos, y que además es una industria grata para el alma”.
A cinco años de esas manifestaciones de buena voluntad, el ahora presidente de Chile no ha cumplido sus promesas. Pese a que la Asociación de Mitilicultores (productores de choritos y cholgas) de Quellón ha conminado a la Fundación Tantauco –propiedad de Piñera– para que objete el proyecto acuícola ante la Conama por el riesgo que supone para las ballenas, aquélla no ha hecho nada. Pareciera que el mandatario está de acuerdo con el proyecto salmonero.
La acuícola Tripanko, con sede en Puerto Montt (mil kilómetros al sur de Santiago), es representada por Gabriel Güenul Almonacid. La inversión estimada para su megaproyecto es de 30 millones de dólares y pretende instalar, en una primera etapa, seis grandes centros salmoneros.
Su objetivo consiste en establecer 28 centros y producir 1 millón de toneladas de salmón, casi el doble de toda la producción que tuvo Chile en 2007, cuando exportó 600 mil toneladas de salmónidos, constituyéndose en el segundo productor mundial, sólo atrás de Noruega.
El 5 de enero pasado, acuícola Tripanko presentó a la Conama, Declaraciones de Impacto Ambiental (DIA) por los primeros seis centros. La autoridad ambiental fijó el próximo 24 de septiembre como fecha límite para autorizar o rechazar este proyecto.
Ecocidio
En entrevista con Proceso, el biólogo marino y asesor de los Mitilicultores de Quellón, Federico Orellana comenta: “Sólo el cobre instalado en el mar provocará la destrucción de las bases mismas de la biología que hay en esos lugares. Este mineral es un elemento tóxico para el fitoplancton que es la base de la cadena alimentaria del mar. Si desaparece el fitoplancton, morirá a su vez el zooplancton que se alimenta de aquél. Desaparecerá el krill, del que se nutren las ballenas, además de las larvas de peces”.
Añade que los desechos orgánicos que arrojen las salmoneras “propagarán mucho más rápido la marea roja, y las enfermedades que los salmones ya tienen como el virus isa y muchas otras”.
Consultado por este semanario, el experto en salmonicultura Héctor Kol estima que si se realiza el proyecto acuícola se arrojarían al mar unas 160 mil toneladas de materia orgánica, desechos asociados al suministro de alimentos. Esta masa equivale, precisa, a la materia orgánica que generaría, anualmente, una población humana de 3.8 millones de personas.
Muchos de esos desechos, precisa el especialista, serían arrastrados hacia el mar interior de la comuna de Quellón para depositarse sobre bancos naturales de moluscos y en los caladeros de peces que abastecen a la pesca artesanal.
Habla Orellana: “Ni que hablar del impacto que se producirá con el inmenso y permanente flujo de embarcaciones de gran calado que abastecerán esos megacentros. Las redes, los insumos de cultivo, los combustibles, el alimento, los abastecimientos para el personal, las cosechas, etcétera, son sólo algunos de los elementos que deberán transportarse desde y hacia la zona de interés. Todo ello en una zona de mar abierto, con fuertes corrientes”.
De establecerse esos centros acuícolas, puntualiza Orellana, desaparecería la posibilidad de que las ballenas azules puedan permanecer allí.
Ambos especialistas sostienen que dada la magnitud del proyecto, es imprescindible que su calificación se realice a partir de un estudio de impacto ambiental, dado que supone un proceso con mayores exigencias en donde las comunidades afectadas pueden hacerse escuchar, al menos en parte.
Cabe tener presente que en la paradisíaca y deshabitada isla Guafo, ubicada también en el golfo Corcovado, la minera South World (SW), que tiene entre sus dueños al asesor económico del presidente Piñera, Paul Fontaine, intenta desarrollar un megaproyecto para la extracción de carbón con alto contenido calórico.
Con este propósito, SW compró, en 2008, 40% de esa ínsula. Las reservas carboníferas del yacimiento de Guafo están estimadas en más de 200 millones de toneladas. Con este volumen se podría proveerse de combustible a 10 termoeléctricas de 350 megawatts durante 20 años.
El director del Centro Ballena Azul, Rodrigo Hucke, planteó: “Sería un error que el destino de la isla Guafo sea el de un emprendimiento minero, ya que amenazaría a uno de los principales bastiones remanentes de la biodiversidad marina y terrestre de Chile. Ahí se pueden encontrar significativas y singulares concentraciones de fauna bentónica y constituye un área importante para la alimentación y cuidado de las amenazadas ballenas azules y jorobazas”. Así lo consignó el diario La Nación, en su edición del 10 de mayo de 2009.

Por Francisco Marín desde Valparaíso

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